16 de mayo de 2009

La amiga de la moda

Lana Lobell pensó en ella. "En mí", dijo, y le sonó a una nota musical. ¿Y si ella era como una nota musical? La nota dura un instante, pero luego puede repetirse y repetirse en una melodía.

A Lana la llaman "la amiga de la moda". Comenzó de joven, vendiendo unos vestidos coreanos. En realidad no eran coreanos, los fabricaba en su casa pequeña de modesta costurera, en las afueras de La Plata. Aún así, le fue muy bien. Con unos ahorros pudo abrir su empresa, chiquita al principio.

Pero el tiempo voló para Lana, y fue su mejor aliado. Ella fue la que impuso la frase: "Se puede tener una gran historia de amor con una chaqueta", y de ahí en más, todos fueron éxitos. Todos, menos uno, que al día de hoy la persigue. Aunque parezca una tontería.

Al inaugurar su gran compañía "Lana Lobell Inc.", tal como hoy se conoce, la mujer descubrió el error: el cartel de la fachada de la empresa rezaba"Lana Lobbel Inc.". Un desacierto que hasta hoy la acompaña. Al ser supersticiosa, nunca quiso cambiarlo. De modo que mandó a cambiar todas las etiquetas de las prendas por ella fabricadas para nombrarlas con la nueva denominación.

"Todo se puede tapar con una etiqueta", reflexiona hoy, veinte años después, sentada en la gran alfombra que decora su oficina. En lo que no quiere pensar es en aquellas cosas que no puede tapar con una etiqueta.

Como el amor. Ella pensaba que eso iba a llegar, así como llegaron los éxitos, los logros que tanto había soñado.

Lo había pensado como una operación matemática. Porque uno piensa que después del nueve viene el diez, pero a veces no es así, a veces después del tres, no viene el cuatro tampoco.

Lana se consuela, como tapando con una etiqueta: "No quiero el orden pre establecido de las cosas", se miente. Y suspira.

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