30 de junio de 2011

Larala la la la

nada. quiero decir otra cosa, pero como no sé cómo, mejor digo



nada (pero con una canción de The Cure de fondo, del disco "Show", la estoy tarareando, pero el tarareo no se puede escribir)

nada nada nada

27 de junio de 2011

Allá

no pensar para no sentir
no llamar para no escuchar
no recordar para no llorar

y de repente un día todo el extrañar, todo, todo, todo entra por un agujerito, por ese estenopo que no se cerró a tiempo

y quiero sur
y quiero ellos
y quiero allá


28 de mayo de 2011

Sábado en mi cama

Busco palabras de otros. No es fácil nombrar lo que pasa porque no hay nombres para lo desconocido, aún es desconocido.

El dolor tiene formas, colores, texturas y olores. Las letras se acomodan una al lado de la otra pero cuando se lee la frase no tiene nada que ver: generara un espacio social. No, eso no encaja con este presente. Eso es lo que se va a repartir, difundir, difamar. Eso no es buscar palabras de otro, es escribir para otros. Esto de más acá es la realidad, la que no tiene... a la que no le encuentro... ¡Ahí está! En mi cabeza resuena la banda que decía: "rara vez esta vida tiene sentido, amor". Y un luto para mis lejanos 17.

Sentido. Sentido pésame. Sentido del olfato. Sentir. Sentires como plural, como acumulación de células sentidas. Acumulación de búsquedas que no tuvieron ningún fin aunque parecía que sí. Acumulación de deseos de éxito, destacarse, triunfo, dotes y esas cosas que enseñó la familia y la escuela.


16 de mayo de 2011

Oportuno

Ya me cansé de pensar en eso de que los orientales tienen el mismo anagrama para la palabra crisis que para la palabra oportunidad (creo que era algo así). Mi crisis es constante, sonante y tangible.

Sin embargo, ocurre de vez en cuando que en ese momento en que todosevacayendodeapoquitohastademodoimperceptible, aparece una lucecita como de esas que se ponen en la parte de atrás de la bici, tímida pero presente.

La lucecita la prendió mi amigo de los sueños intranquilos, que me mostró el texto que sigue a continuación, de la periodista Leila Guerriero:



Arbitraria

No tienen por qué saberlo: soy periodista y, a veces, otros periodistas me llaman para conversar. Y, a veces, me preguntan si podría dar algún consejo para colegas que recién empiezan. Y yo, cada vez, me siento tentada de citar la primera frase de un relato de la escritora estadounidense Lorrie Moore, llamado Cómo convertirse en escritora, incluido en su libro Autoayuda: “Primero, trata de ser algo, cualquier cosa pero otra cosa. Estrella de cine/astronauta. Estrella de cine/misionera. Estrella de cine/maestra jardinera. Presidente del mundo. Es mejor si fracasas cuando eres joven -digamos, a los catorce“. Pero no lo hago porque no es eso lo que verdaderamente pienso y porque, en el fondo, dar consejos es oficio de soberbios.

Entonces, cuando me preguntan, digo no, ninguno, nada.

Pero hoy es abril y ha sido un buen día. Hice una entrevista con una mujer a quien voy a volver a ver en dos semanas y varios llamados telefónicos que dieron buenos resultados. Compré frutas, conseguí un estupendo curry en polvo. Hay nardos en los floreros de la cocina. Corrí al atardecer. Me siento leve, un poco feroz, arbitraria. De modo que si hoy me preguntaran, les diría: corran.

Les diría: sientan los huesos mientras corren como sentirán después las catástrofes ajenas: sin acusar el golpe.

Aguanten, les diría. Pasen por las historias sin hacerles daño (sin hacerse daño).

Sean suaves como un ala, igual de peligrosos. Y respeten: recuerden que trabajan con vidas humanas. Respeten.

Escuchen a Pearl Jam, a Bach, a Calexico. Canten a gritos canciones que no cantarían en público: Shakira, Julieta Venegas, Raphael.

Vayan a las iglesias en las que se casan otros, sumérjanse en avemarías que no les interesan: expóngase a chorros de emoción ajena.

Sean invisibles: escuchen lo que la gente tiene para decir. Y no interrumpan.

Frente a una taza de té o un vaso de agua, sientan la incomodidad atragantada del silencio. Y respeten.

Sean curiosos: miren donde nadie mira, hurguen donde nadie ve. No permitan que la miseria del mundo les llene el corazón de ñoñería y de piedad.

Sepan cómo limpiar su propia mugre, hacer un hoyo en la tierra, trabajar con las manos, construir alguna cosa. Sean simples pero no se pretendan inocentes. Conserven un lugar al que puedan llamar “casa”.

Tengan paciencia porque todo está ahí: sólo necesitan la complicidad del tiempo.

Aprendan a no estar cansados, a no perder la fe, a soportar el agobio de los largos días en los que no sucede nada.

Maten alguna cosa viva: sean responsables de la muerte.

Viajen.

Vean películas de Werner Herzog. Quieran ser Werner Herzog. Sepan que no lo serán nunca.

Pierdan algo que les importe. Ejercítense en el arte de perder. Sepan quién es Elizabeth Bishop.

Equivóquense. Sean tozudos. Créanse geniales. Después aprendan.

Tengan una enfermedad. Repónganse. Sobrevivan.

Quédense hasta el final en los velorios. Tomen una foto del muerto. Tengan memoria, conserven los objetos.

Resístanse al deseo de olvidar.

Cuando pregunten, cuando entrevisten, cuando escriban: prodíguense. Después, desaparezcan.

Acepten trabajos que estén seguros de no poder hacer, y háganlos bien. Escriban sobre lo que les interesa, escriban sobre lo que ignoran, escriban sobre lo que jamás escribirían.

No se quejen.

Contemplen la música de las estrellas y de los carteles de neón.

Conozcan esta línea de Marosa di Giorgio, uruguaya: “Los jazmines eran grandes y brillantes como hechos con huevos y con lágrimas”.

Vivan en una ciudad enorme.

No se lastimen.

Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.

4 de mayo de 2011

Con la frente marchita

Volvieron las migrañas. Volvieron con la misma fuerza que en ese tiempo cuando nombré este espacio en honor a ellas.

Me sobra cabeza. Me pienso como una nena chiquita y menuda que no puede sostener su cabeza y se cae, anda a los tumbos, hasta que decide quedarse tirada y empezar a fumar.

Me sobra cabeza, me sobran pensamientos, me sobran agujeros negros que no puedo resolver.

Todo acá, decía Felipe.

Todo acá. Hoy. Ahora.

20 de abril de 2011

Chocho el Pocho

Feliz cumple, feliz vida, felices amores.

Feliz verano, feliz otoño, feliz primavera, feliz invierno.

Felices bailes y felices borracheras, felices Pascuas, Navidad y Reyes.

Feliz función y feliz gira.

Feliz desayuno, merienda y cena. Felices viajes.

Felices compras y felices ventas, de lo que sea.

Feliz trasnochada.

Feliz, todo lo feliz que se pueda ser.

Yo feliz ya soy, porque sos mi amigo.



11 de abril de 2011

Twitter

Sí, debo admitir que soy de indignarme fácil, que puedo hacer un escándalo ante un trámite burocrático, mis amigos lo padecen, mi chico lo padece cuando pone cara de póker ante la o el emplead@ que me atiende en el banco/empresa de telefonía móvil/ oficina gubernamental/ etc…

Ahora, y con un tono más que serio, creo tener razón para indignarme esta vez.

Florencia Etcheves, esa periodista que la va de incisiva, con un tono in- so- por- ta- ble, tan de TN, escribe en Twitter (o twittea, para los cool): "Para Jefe de Gob. voy a votar al primero que me diga que va a dinamitar las bicisendas".

Y yo pienso muchas cosas:

a)¿Tenés que usar la palabra dinamitar, Florencia?

b) ¿Tanto te afecta que vayan personas en bicicleta por la misma calle que vos? En serio respondéme, con una mano en el corazón.

c) ¿Votarías a la derecha más mierda, como Macri y sus lameortos, sólo si te dijera que va a “dinamitar” las bicisendas?

Y no salto sólo por mi condición de reciente usuaria de bici, o porque ahora participe en la Masa Crítica, y mis amigos me gasten tildándome de hippie. Salto porque es una cuestión de clase, Etcheves.

Yo uso el tren también (algo que a vos te debe parecer muy grasa) y veo la gente que llega del conurbano, de lunes a lunes, a Capital, en bici, porque viven en la concha de la lora, adonde jamás fuiste, más sí tus cámaras de noticiero “independiente”, y disponen de la bicicleta para poder moverse hacia sus trabajos, en los que ganan muchísimo menos que vos, te lo puedo asegurar.

Me indigna que puedas ser tan impune de decir eso públicamente, cuando hay tanta gente que también tiene derecho a circular en el medio de transporte que puede pagar y sostener.

Me enojo porque sos una cheta, y ojalá te quedes sin auto, Etcheves, y que ni te dé para comprarte una bici sino que tengas que andar en bondi, con lo inmundo que te debe parecer.

(Y lo peor es que después “defendés” a los trabajadores de TN y Canal 13 porque se pueden quedar sin trabajo cuando cierren el canal. Otro día te cuento en qué situación me tiene a mí el mismo medio para el cual trabajás)

Ah: les respondí a su “tweet”, pero la muy cobarde no me dijo ni mu.

29 de marzo de 2011

TEG

Se desdibuja… Un todo que ya no soy yo que soy partecitas de un plan. Un tablero de juego de mesa que tiene los dobleces ajados de tanto guardarse en la caja, eso soy. Soy un TEG. Soy el tablero que tiene los países que hay que invadirle al otro, eso soy.

Blanco, negro, negro, negro, negro, blanco. Quiero gris, quiero tirarme de cabeza al sol del mediodía pero es como si a esa hora estuviera durmiendo.

En cada casillero dejo una frase para la posteridad, quizás porque creo que ahí quedará la clave para el futuro, una clave que impedirá mañana que me sienta como hoy. Pero eso sólo lo sabré mañana.

¿Mañana no es hoy?

¿No es hoy que me enojé sin sentido? ¿Qué me siento vacía cuando debería rebalsar de colores, rock y serpentinas de papel crepe?

¿No es hoy que leí la frase de esa cosa de la perseverancia y no entendí nada?

¿Hoy qué día es?


25 de febrero de 2011

Diez años porteños

Conocía apenas unas calles de toda la ciudad, había estado en dos ocasiones anteriores pero siempre para visitar amigas y comprar cosas a precios más baratos.

Esa mañana me bajé del colectivo con una valija enorme y una mochila de mano. Las lágrimas todavía estaban frescas por el recuerdo de la cara de mi mamá con ese gesto de vacío que en tantos años no le había visto. Cuando lo pienso, a los 20 yo era muy chiquita, aunque no me pareciera.

8 de febrero de 2010

12 de diciembre de 2009

Bye bye, Sony (día de mierda)

Me levanto de buen humor, yo soy una persona que siempre se levanta de buen humor, es muy raro que la mañana me caiga mal. A pesar de todas las cosas que me quedan por hacer, que se suman al montón que vengo haciendo en estos últimos dos meses, léase estudiar, escribir, trabajar que es escribir, trato de no pensar demasiado. Es viernes, tengo tiempo, “time is on my side”, como canta Micky.

Después de tomar cafecito, leer los diarios y boludear un ratito (¿por qué no con esta mañana feliz?) me meto a bañar. El instinto femenino que no falla hace que mire para afuera de la bañadera, corriendo la cortina con mis manitas llenas de L’oreal Elvive. Sí, un río se desliza desde los azulejos colorados que se pisan en mi baño hasta el parqué tan bonito del pasillo. Agua. Mucha agua. Cierro las canillas tan rápido como caen las gotas llenas de espuma de mi pelo que también está lleno de L’oreal Elvive (para cabellos con tendencia a engrasarse). Desnuda, cualquiervecinoestaríafelizdeverme, correteo hasta la lavandería en busca del palo y el trapo. Busco también una bolsa y me lanzo a la inmunda tarea de meter una manita ya sin shampoo en el agujero del desagüe para sacar eso que tapa y que no podía ser otra cosa en una casa que habitan tres féminas: una bola de pelos. Termino de sacar todo el agua y vuelvo a bañarme, con el corazón acelerado y los ojos alertas a la inundación. Parece que lo arreglé, che…

Que pum que pam, llega amigo Adri, tenemos una cita, no entre nosotros, sino ambos con una chica, tampoco trío, estamos investigando algo… Algo que es largo y aún queda mucho de esta inmundicia de día.

Vamos al banco porque debo hacer el depósito que garantiza que yo siga teniendo techo en esta ciudad de la que me quiero ir cada vez más a menudo. Sacamos un numerito: 75. ¿Por cuál van? Por el 25. Epa, ¿qué tul? ¿Qué hacemos? ¿Un picnic? ¿Un almuerzo bancario? De cuatro cajas, hay sólo dos atendiendo, y encima en una hay una bancaria que ya la tengo calada, la de la caja 5 que habla y habla con cada uno que tramita, deposita o busca monedas. Van por el 36 y me canso. No me canso porque sea tarde y yo esté apurada, ni me canso porque los cajeros parecen estúpidos como el hermano de “Kevin creciendo con amor”. Me canso porque hace 11 meses que voy a depositar lo mismo, el mismo día de cada mes, y siempre igual: los hermanos de “Kevin…” atienden con la rapidez que ofrece el Banco de Scioli, con la mano mocha del gobernador. Me canso y me mando: “Disculpame, ¿el libro de quejas?”. El rati me manda al primer piso, en el que está la gerencia. Y de acá en más se arma una que es larguísima, pero que, para resumir, incluye:

- una clienta enfurecida (yo)
- un bancario un poco buena onda que siente empatía por mi malestar
- una hoja A4 en blanco donde deposito mi odio, que arranca con la frase “tengo el agrado de -dirigirme a usted a fin de destacar la pésima atención de esta sucursal”, y desde ahí, más y más bronca perfectamente redactada y hasta con cierto dramatismo
- una empleada forra y frustrada, y dos empleados que sólo están pendientes de las empanadas que se pidieron enfrente
- lágrimas (mías, obvio, lo que hace el hormonazo)
- una gerenta que me dice “con vos estoy perdiendo el tiempo, dame que te firmo la nota como recibida”

Salgo llorando, y amigo Adri que me banca en todas, empieza con esa teoría de que el problema no es el banco sino que estoy con muchas cosas y demás. Se me pasa con un sacudón de glucosa que sólo una coca puede aportar.
Vamos a nuestra entrevista. Decepción. Una mujer que investiga casos mafiosos que su mismo jefecito regentea… La investigación avanza firme, nuevas puertas que se abren…

Ya sin amigo Adri, me voy para el trabajo. Todo mal, ni siquiera puedo cerrar una página, llegué tarde y ya ningún funcionario me atiende (trabajo de reportera). Pero, entre cosita y cosita, me quedo hasta las 10 de la noche, y me voy con los ojos cansados y llorosos, de hartazgo. En el bondi hacia la casa de mi buena amiga Lula, analizo el día, lloro un poco, descanso otro tanto, y llego a la conclusión de que ya está, ya terminó el día.

Pero, apenas me puedo sentar en un banquito alejado de las cajas que anuncian que ese departamento quedará vacío después de las 10 de la mañana del otro día, y mientras mi buena amiga Lula me pasa una rapidita de queso y jamón, una atrás de otra, lloro a mares confiando mis penurias de bolsillo pelado y otras frustraciones.

Como un subibaja: llega el novio de América (de mi buena amiga Lula, si yo tuviera un novio de América, a) no lloraría, b) no estaría escribiendo a esta hora de la madrugada), al ratito mi colega Picachu, y todo se pone divertido, risueño, y yo contenta porque por mudanza ligué unas prenditas primavera/ verano de mi buena amiga Lula con las que pienso conquistar esta temporada.

“Es tarde, Picachu, vamos en un taxi”, digo y pedimos el coche.

Por fin en casa, es tardísimo y yo me tengo que levantar a las 9, voy a poner el desp… MI celular, oh, no!!!! ¿Mi celular? ¡MI celular! Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. ¿Cuántas veces me dije y recontra dije que ese bolsillo de esa camperita pedorra made in Palermo, adquirida en tiempos de solvencia económica, no debía usarlo? ¿Cuántas veces, estúpida?

Llamamos con Picachu a la empresa de radiotaxi, lo cual sirvió para comprobar una vez más que tomar un radiotaxi no sirve de una mierda. Llamamos a mi telefonito, claro está, y nos topamos con un misterio. Llama, llama, contestador. De nuevo, llama, llama, contestador. Llaman del radiotaxi, dicen que no encontraron nada. De nuevo al telefonito, ahora ni llama, directo contestador. Chau picho. A llamar a la empresa que me da el servicio para que ya no me lo den. Llanto, bronca, más llanto. Mientras hablo con la empresa, suena un ruido extraño (estoy hablando con el celular de Picachu). Corto y me fijo: una llamada perdida… ¡¡¡mía!!!! Ahhh! Desesperación, llamamos, llamamos, contestador. Llamamos, llamamos, contestador. Llamamos, el fin: “el teléfono se encuentra apagado o fuera del área de cobertura”. La empresa hizo real mi deseo.

¿Qué creyeron? ¿Que había final feliz? No, si no, no estaría escribiendo. MI celular estará lejos, en manos de otro, que se estará enamorando de esos mensajes de texto que atesoraba. La cursilería móvil que nunca pude/quise borrar.

Desvelada e incomunicada, así estoy yo, así estoy yo sin ti, Sony Ericsson W200. Hasta siempre. Nadie te querrá como yo lo hice.

1 de diciembre de 2009

Lacia

Lacio mi pelo

Lacias mis ganas

Lacio mi cansancio

Nudo en la panza

¿Dónde está ese maldito poema, Elsa Bornemann, que en google que todo lo sabe y todo lo ofrece, no está?!!!

Ay, ay, ay... ¿No basta con que te sonría? ¿Qué más necesitás?
(el morral no me lo voy a poner)


Decía Silvio

Ese señor que conducía "Grandes valores del tango" decía siempre: "un corte, una quebrada". Mmm... eso de la quebrada qué es?

En fin, aca estoy, pasé la quebrada?

"volví. decidí que un día tenía que hacerlo y lo hice. el lugar estaba igual. el miedo a que salieras de algún rincón era proporcionalmente igual a las ganas que tenía de que pasara. verte. olerte. sobre todo eso: olerte… raro…

'los sentimientos se me volvieron minimalistas', pensé mientras saltaba del colectivo.

tuve una imagen: paredes que transpiraban. yo daba por hecho que era humedad, pero me acercaba, lamía la pared y el gusto era salado. las paredes lloraban. esas paredes que una vez nos habían visto, lloraban. las paredes del lugar en el que una vez decidí sonreír y sonreíste, y luego fue una palabra, y dos, y de repente 'ay, hemos conectado', pensé después de aceptar que nos íbamos juntos del lugar, yo con mis piecitos que tenían vergüenza de mis deseos, vos con monedas en los bolsillos que hacían ruido, tilín tilín, tilín tilín..."


Esto lo encontré recién, lo escribí en este tiempito que estuve de licencia...

5 de octubre de 2009

Latir

yo pienso que algo
tendrá que ver
con que salió el sol
este fin de semana
salió mucho el sol
me pegó en los ojos
yo prefiero decirte
que no me estoy ríendo
estoy sonríendo
que no es lo mismo
mañana va a llover
y a mí qué me importa
a la noche hay fiesta
pasado mañana
vuelve el frío
ya fue
tengo otros planes
y a mis planes
no les molesta
el frío
fin de semana
parece
calorcito
otra vez
mejor así
aunque
los graffitis
en las paredes
no saben del clima
a ellos les da igual
a mí no
quiero
primavera
flores
coltrane
es lo que hay
y lo que hay me gusta

3 de octubre de 2009

Rosado

Y eso que cuando era chica no me gustaba el color rosado. Mi mamá insistía un montón con que me pusiera ropas de ese color, bue, mi mamá ha insistido con todo aquello que hiciera de mí una chica más agraciada, más femenina.

En fin, ahora está todo rosadito (y rosadito suena a perverso, como que los pedófilos deben usar esa palabra).

Voy a ver qué pasa, qué tengo para decir...


¿Qué tengo para decir?

12 de septiembre de 2009

La mapu

Hoy mi mapu cumple 105 años.

"Neuquén es compromiso, que lo diga la patria, porque humilde y mestizo, sigue siendo raíz..."

Eso es parte del himno.

Mapu es tierra. Che es gente. Mapuche= gente de la tierra.

No sé... quería compartirlo...

Algunas cosas

Yo te quise decir,
te quería decir ahí mismito
donde estábamos parados
que vos nunca ibas a saber.

No ibas a saber,
no ibas a tener idea,
ni la más remota,
de lo que yo iba a sufrir,
de la magnitud del problema.

No te dije nada, en cambio,
me quedé parada, bajo esa lluvia
que parecía de peli yanqui
(sólo faltaban los patrulleros,
son las cosas que más les gustan
a los yanquis en sus pelis:
lluvia y patrulleros).

Vos me habías querido dar un paraguas,
luego un piloto
que ponías sobre mi cabeza
como una publicidad de
phillip morris,
yo no quería nada de eso,
quería que me dijeras
eso que nunca me habías dicho.

Yo sí te dije,
te lo dije todo,
pero vos no entendiste,
no entendés,
ahora ya no importa.

8 de septiembre de 2009

Que alivio

Hoy el almuerzo me lo pagó el FIBA

Este Macri... casi me compra con unos helados de Chungo. Pero no. Sigo firme en mi convicción de tomar las armas (y de paso que en la redada caiga mi jefe).

Último momento

La vida me está costando un montón (un tocazo hubiera dicho en los '90).

Transport

El domingo viajé en colectivo a las cinco de la tarde y se subió el inspector que pide los boletos. Pensé dos cosas: una, pobre hombre, un domingo a la hora del mate con las facturas, pidiendo boletos a cuatro gatos locos que íbamos en el 106; la otra, ¿por qué pedir los boletos un domingo? bah, en primer lugar, ¿por qué pedir boletos? ¿se cuela la gente en los colectivos?, si se cuela, ¿no es mejor pedir boletos un día de semana? ¿qué les cuesta dejar que ese pobre señor se vaya a pasar su fin de semana en paz? Obviamente pensé en Europa, en que allá no hace falta pedir los boletos, la civilización civilizada y todo eso.

Luego, a la vuelta, me tomé el colectivo (también 106) a la una de la mañana. 1:17 decía mi boleto. ¡Tres cuadras de recorrido y se sube un inspector! ¡Peor! Totalmente inútil. Ese hombre debería estar durmiendo, o limpiando la grasa de la parrilla que quedó después del asado dominguero.

5 de septiembre de 2009

Pappo, el Carpo

Fisuré, dicen los Guarrior, otra veeeezzz. Estoy parada sobre una línea muy finita que divide una felicidad y satisfacción extrema de una sensación de que quisiera salir disparando del mundo y de mi vida. Raro. No sé.

Hoy pensé mucho en Pappo, supongo que por lo de la fisura, o porque ahora Viale está tan cerca del monumento, y también por pensar en esa canción tan linda que escuchaba con ese chico que en ese momento era lindo. Ahora ya no es lindo, por suerte, por gracia mía, porque me copé.

Tengo que limpiar mi casa, vienen mis amigos, hay festejo por los 29 palitos de helado que dicen "vale otro".

Ojalá ganemos hoy. Aunque a Brasil le tengo un miedo...

3 de septiembre de 2009

Bárbara Durand

Yo tuve los dos Angel Face, el que era más rosadito, y el que era más anaranjado, este último era el peor, te dejaba la cara como la tiene ahora Silvio Berlusconi.

Regalos

En 1996, cuando cumplí 16, mi mamá me regaló Luzbelito de los Redondos y mi primera planchita de pelo. Ahora que lo pensé, me pareció un combo medio raro.

2 de septiembre de 2009

Pelo

Me dejé crecer el flequillo y tiene ese largo que hace que esté poseída por el síndrome “Sergio Denis”.

(A propósito: el verdadero nombre de Sergio es Héctor Hofmann, y en la adolescencia salió con la mamá de mi amiga Roxana, en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires, un pueblo con tres colonias fundadas por alemanes, de los buenos y de los malos)

Se viene, se vienen...

29 confites en forma de corazón dentro de una cajita forrada con un estampado de flores. todo cursi.

29 puntitos rojos sobre un papel glasé negro metalizado.

29 palitos de helado que digan "vale otro".

29 álamos de esos que paran el viento en la tierra en la que se plantan manzanas.

29 pizzas de jamón y morrón (o napolitana pero sin ajo).

29 sonrisas del chico más lindo de la cuadra.

29 vinchas fluo sobre cabezas con pelo recién lavado.

31 de agosto de 2009

En los '90...

se decía "falopa".

Y una vez, cuando tenía 14 años, estaba de vacaciones con amigas en un lugar de la cordillera, y al chico que me chapé en el boliche, le pregunté: "¿vos te das?".

Igual él era una nabo que para hacerse ver me había dicho que cuando llegara a la casa el padre lo iba a interrogar porque le iba a sentir el olor a "marihuana". Sí, dijo "marihuana". En el momento pensé que me estaba chapando un drogadicto, ahora que pienso, ningún pibe copado hubiera dicho "marihuana" en el '94.

Pero que lindo era. Se llamaba Ariel, y si hago un esfuerzo hasta podría recordar su apellido.

¿blog o no blog?

ahora está gris oscuro y las letras son anaranjadas, pero hoy fue negro por un ratito...

no sé qué colores quiero para el blog, no sé que quiero escribir en el blog...

no sé si quiero un blog...

no sé de qué color soy yo...

hoy me di cuenta de que existe la ciclotimia blogger, en vez de estados de ánimo, mi blog irá cambiando de colores, tipografías, imágenes... y por ahí nunca se queda con ninguna de las opciones...

como yo...

(cuánto punto suspensivo, che!)