28 de mayo de 2011

Sábado en mi cama

Busco palabras de otros. No es fácil nombrar lo que pasa porque no hay nombres para lo desconocido, aún es desconocido.

El dolor tiene formas, colores, texturas y olores. Las letras se acomodan una al lado de la otra pero cuando se lee la frase no tiene nada que ver: generara un espacio social. No, eso no encaja con este presente. Eso es lo que se va a repartir, difundir, difamar. Eso no es buscar palabras de otro, es escribir para otros. Esto de más acá es la realidad, la que no tiene... a la que no le encuentro... ¡Ahí está! En mi cabeza resuena la banda que decía: "rara vez esta vida tiene sentido, amor". Y un luto para mis lejanos 17.

Sentido. Sentido pésame. Sentido del olfato. Sentir. Sentires como plural, como acumulación de células sentidas. Acumulación de búsquedas que no tuvieron ningún fin aunque parecía que sí. Acumulación de deseos de éxito, destacarse, triunfo, dotes y esas cosas que enseñó la familia y la escuela.


16 de mayo de 2011

Oportuno

Ya me cansé de pensar en eso de que los orientales tienen el mismo anagrama para la palabra crisis que para la palabra oportunidad (creo que era algo así). Mi crisis es constante, sonante y tangible.

Sin embargo, ocurre de vez en cuando que en ese momento en que todosevacayendodeapoquitohastademodoimperceptible, aparece una lucecita como de esas que se ponen en la parte de atrás de la bici, tímida pero presente.

La lucecita la prendió mi amigo de los sueños intranquilos, que me mostró el texto que sigue a continuación, de la periodista Leila Guerriero:



Arbitraria

No tienen por qué saberlo: soy periodista y, a veces, otros periodistas me llaman para conversar. Y, a veces, me preguntan si podría dar algún consejo para colegas que recién empiezan. Y yo, cada vez, me siento tentada de citar la primera frase de un relato de la escritora estadounidense Lorrie Moore, llamado Cómo convertirse en escritora, incluido en su libro Autoayuda: “Primero, trata de ser algo, cualquier cosa pero otra cosa. Estrella de cine/astronauta. Estrella de cine/misionera. Estrella de cine/maestra jardinera. Presidente del mundo. Es mejor si fracasas cuando eres joven -digamos, a los catorce“. Pero no lo hago porque no es eso lo que verdaderamente pienso y porque, en el fondo, dar consejos es oficio de soberbios.

Entonces, cuando me preguntan, digo no, ninguno, nada.

Pero hoy es abril y ha sido un buen día. Hice una entrevista con una mujer a quien voy a volver a ver en dos semanas y varios llamados telefónicos que dieron buenos resultados. Compré frutas, conseguí un estupendo curry en polvo. Hay nardos en los floreros de la cocina. Corrí al atardecer. Me siento leve, un poco feroz, arbitraria. De modo que si hoy me preguntaran, les diría: corran.

Les diría: sientan los huesos mientras corren como sentirán después las catástrofes ajenas: sin acusar el golpe.

Aguanten, les diría. Pasen por las historias sin hacerles daño (sin hacerse daño).

Sean suaves como un ala, igual de peligrosos. Y respeten: recuerden que trabajan con vidas humanas. Respeten.

Escuchen a Pearl Jam, a Bach, a Calexico. Canten a gritos canciones que no cantarían en público: Shakira, Julieta Venegas, Raphael.

Vayan a las iglesias en las que se casan otros, sumérjanse en avemarías que no les interesan: expóngase a chorros de emoción ajena.

Sean invisibles: escuchen lo que la gente tiene para decir. Y no interrumpan.

Frente a una taza de té o un vaso de agua, sientan la incomodidad atragantada del silencio. Y respeten.

Sean curiosos: miren donde nadie mira, hurguen donde nadie ve. No permitan que la miseria del mundo les llene el corazón de ñoñería y de piedad.

Sepan cómo limpiar su propia mugre, hacer un hoyo en la tierra, trabajar con las manos, construir alguna cosa. Sean simples pero no se pretendan inocentes. Conserven un lugar al que puedan llamar “casa”.

Tengan paciencia porque todo está ahí: sólo necesitan la complicidad del tiempo.

Aprendan a no estar cansados, a no perder la fe, a soportar el agobio de los largos días en los que no sucede nada.

Maten alguna cosa viva: sean responsables de la muerte.

Viajen.

Vean películas de Werner Herzog. Quieran ser Werner Herzog. Sepan que no lo serán nunca.

Pierdan algo que les importe. Ejercítense en el arte de perder. Sepan quién es Elizabeth Bishop.

Equivóquense. Sean tozudos. Créanse geniales. Después aprendan.

Tengan una enfermedad. Repónganse. Sobrevivan.

Quédense hasta el final en los velorios. Tomen una foto del muerto. Tengan memoria, conserven los objetos.

Resístanse al deseo de olvidar.

Cuando pregunten, cuando entrevisten, cuando escriban: prodíguense. Después, desaparezcan.

Acepten trabajos que estén seguros de no poder hacer, y háganlos bien. Escriban sobre lo que les interesa, escriban sobre lo que ignoran, escriban sobre lo que jamás escribirían.

No se quejen.

Contemplen la música de las estrellas y de los carteles de neón.

Conozcan esta línea de Marosa di Giorgio, uruguaya: “Los jazmines eran grandes y brillantes como hechos con huevos y con lágrimas”.

Vivan en una ciudad enorme.

No se lastimen.

Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.
Tengan algo para decir.

4 de mayo de 2011

Con la frente marchita

Volvieron las migrañas. Volvieron con la misma fuerza que en ese tiempo cuando nombré este espacio en honor a ellas.

Me sobra cabeza. Me pienso como una nena chiquita y menuda que no puede sostener su cabeza y se cae, anda a los tumbos, hasta que decide quedarse tirada y empezar a fumar.

Me sobra cabeza, me sobran pensamientos, me sobran agujeros negros que no puedo resolver.

Todo acá, decía Felipe.

Todo acá. Hoy. Ahora.