4 de junio de 2009

Subte A

Ayer me quedé media hora encerrada en los túneles del subterráneo, entre las estaciones Congreso y Pasco. Yo iba escribiendo. Desde estación Perú había decidido ir hasta Plaza de Mayo para viajar sentada. Esas corazonadas que una tiene.

El coche se detuvo y yo que iba distraída, pensé que estábamos en alguna estación. Hasta que comencé a escuchar las conversaciones de la gente, indignada, por supuesto. Los minutos corrían. Mandé mensaje para avisar mi retraso, y apenas terminó de enviar, mi celular murió, la batería nos abandonó en ese momento. Yo seguía escribiendo.

Al señor que iba sentado al lado mío le sonó el celular con una música de Sabina. ¡Depresión! Dijo: "Chau, bombón, cuidate". Yo pensé que nunca podría estar con un hombre que me llamara "bombón"... bueno, depende de que hombre... a Eddie Vedder le permitiría todo, sí, todo. Yo seguía escribiendo.

De repente la cosa se puso violenta. La gente comenzó a gritar: "Puto, abrí que queremos salir". Acto seguido, la inevitable rebelión. Muchas personas que habían abierto las puertas por su cuenta, caminaban por los túneles, mientras una señora gritaba que había electricidad en las vías, que no siguieran caminando. Horrible. Una chica cerca mío llamó a Defensa Civil, al 911, a la policía, pero yo pensaba que estaba hablando con una radio. Yo seguía escribiendo.

Habían pasado veinte minutos cuando me empecé a asustar. Escuchaba ruidos raros, y tenía miedo de que algo explotara, que viniera otro tren de atrás y se produjera un choque. Luego de un rato me imaginé que nos podíamos quedar así para siempre, viviríamos ahí, tenía que comenzar a sonreírles para que me empezaran a querer. Pensé que podía ser un poco "Lost" del tercer mundo, sin Jack y sin Desmond, que son mis preferidos, claro está. Sin embargo, me entristecí al pensar que ya no tengo ideas innovadoras, mi amado Julio Cortázar ya lo hizo, al escribir "Autopista del Sur".

Fantaseo con continuar esta historia con elementos fantásticos, quizás con alguna muerte, pero nada de eso. Pasada media hora desde que se había detenido, el subte echó a andar nuevamente. En la estación Río de Janeiro vi una chica que sostenía un palo de hockey. ¡Qué envidia! Ellas, las jugadoras de hockey, siempre tienen linda piel, lindo pelo, linda voz y lindos novios.

Cuando bajé, crucé miradas con un chico muy lindo que estaba parado en la esquina de Acoyte y Rivadavia. Nos miramos, y luego, al seguir caminando, me di vuelta para mirarlo y el hacía lo mismo. Es la tercera vez que esto me pasa en el último tiempo. Pero queda ahí... ¿Ninguno me va a invitar a salir?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es genial... te escucho contándolo.

TE QUIERO AMIGA


clave: moncholo.

proemioblog@gmail.com dijo...

Viajar en subte sigue siendo un placer, asi lo siento cada vez que me subo, pienso en la historia que hay en esos vagones, sobre todo en la linea A, los personajes que pasaron por ahi... lamento que hayan tirado abajo las viejas estaciones y sus azulejos gastados, el mejor ejemplo era la estacion peru... algo se perdio del subte en ese momento. Tranquilamente podria vivir en uno de esos vagones de la linea A y disfrutar de su sonido, su olor y su movimiento.

Muy buen post!
saludos!

Aluminé dijo...

Yo también te quiero, amiga=moncholo!!!! A la memoria de Maikel, jeje. ♥♥♥

Gracias por pasar, Proemio. La verdad es que no soy asidua pasajera del A, entiendo que vos sí...
Creo que viajar en subte es un placer depende el estado de ánimo que llevo, a veces propicia mi melancolía, me acompaña. A veces calma mi ansiedad de viajar rápido, pero es verdad que muchas veces me asfixia, me entristece...

Un beso!