8 de septiembre de 2009

Transport

El domingo viajé en colectivo a las cinco de la tarde y se subió el inspector que pide los boletos. Pensé dos cosas: una, pobre hombre, un domingo a la hora del mate con las facturas, pidiendo boletos a cuatro gatos locos que íbamos en el 106; la otra, ¿por qué pedir los boletos un domingo? bah, en primer lugar, ¿por qué pedir boletos? ¿se cuela la gente en los colectivos?, si se cuela, ¿no es mejor pedir boletos un día de semana? ¿qué les cuesta dejar que ese pobre señor se vaya a pasar su fin de semana en paz? Obviamente pensé en Europa, en que allá no hace falta pedir los boletos, la civilización civilizada y todo eso.

Luego, a la vuelta, me tomé el colectivo (también 106) a la una de la mañana. 1:17 decía mi boleto. ¡Tres cuadras de recorrido y se sube un inspector! ¡Peor! Totalmente inútil. Ese hombre debería estar durmiendo, o limpiando la grasa de la parrilla que quedó después del asado dominguero.

3 comentarios:

lali balbi dijo...

pero!
yo creo que es un mensaje del gcba
no hay ciudad sin inspectores!

Sebastian Piu dijo...

lamento desilucionarte pero en europa si piden los tickets, no solo en el bondi, tambien en el tren, tranvia y hasta en el subte..

besos!

Aluminé dijo...

ay, pero esos inspectores, secre... medio que les tengo miedo, creo.

seba, sos un aguafiestas!!! mentime, decime que vivís en la tierra prometida!